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brunaDe Francesca Bianchin
A menudo sucede que cuando intentamos convencer a conocidos o amigos de la existencia de vida inteligente en otros planetas que no sean la Tierra, los de nuestros hermanos superiores, simplemente llamados extraterrestres, se nos hace una pregunta, una pregunta que también nosotros mismos dejamos escapar de vez en cuando de nuestra mente, especialmente cuando tenemos conocimiento de eventos brutales y horribles, como la pedofilia, la violencia contra los niños o las guerras que nunca parecen tener fin en este atormentado planeta.
La pregunta es, si existen ¿por qué no intervienen? Por qué no reinician este sistema hipócrita, basado en una falsa libertad, pero en realidad asentado sobre la esclavitud del hombre, la esclavitud del trabajo, del dinero, construido sobre el enriquecimiento de unos pocos cientos de hombres y la pobreza de miles de millones de personas. Bueno, en estos casos la respuesta de quienes apoyan la verdad sobre los Ufo o los Ovni, es siempre la misma: porque tenemos libre albedrío y no pueden intervenir.
Y vuelta a empezar, que en la práctica es como decir que no pueden ayudarnos porque tenemos el don del libre albedrío, pero a veces tengo ganas de gritar fuerte: pero qué libre albedrío, para qué... este regalo, si tengo que ver seres humanos que se masacran en una guerra, niños violentados con toda iniquidad, violados carnalmente y violentados por el miedo a las bombas que caen sobre ellos, niños hambrientos que mueren en países del tercer mundo, mientras que en otras partes del planeta hay tiendas de comida para perros que son un golpe en el estómago si pensamos en los que padecen hambre. ¡Nooooo, intervenid y basta! Intervenid porque estamos usando mal el libre albedrío y más allá de toda medida lo estamos usando para el bienestar personal y no para la comunidad.
No, no es fácil explicar a los demás por qué no intervienen, no sólo ellos, sino también el mismo Dios, no es fácil entenderlo, mucho menos explicarlo. A veces hago una pausa para reflexionar y me parece verlos, ellos están allá arriba en sus astronaves y nos observan, mientras nos masacramos de vida, vida cotidiana, el trabajo, las facturas, las guerras, los feminicidios, la pedofilia, la contaminación a esta hermosa célula que es el planeta Tierra, nos observan tal como nosotros observamos a los animales en cautiverio.

Y por esto pienso ¿cómo hacen para permanecer indiferentes, para no intervenir? Ah sí, el libre albedrío... y pienso en cuando era pequeña, pero también como adulta, vi documentales sobre la naturaleza salvaje, donde el león muerde a un cachorro de otra especie, ñu o cebra, y tú estás allí frente a la pantalla, impotente y sin poder intervenir, quieres llorar, tu corazón se desgarra, te gustaría salvar a ese cachorro de la boca del león, pero no puedes. Recuerdo que, para darme una explicación de lo que ante mis ojos era una brutalidad, mi padre me dijo: es la guerra del más fuerte, el débil sucumbe, porque así es como debe ser, es la cadena de la alimentación humana, el ciclo de la vida. Por supuesto, siendo una niña, la explicación no era suficiente, luego, al crecer, entiendes que así es como debe ser, e incluso si el hombre interviniese para alimentar a ese león debería matar a otro animal para hacerlo, porque no puedes convertir en herbívoro a un animal carnívoro, por lo que todo cambiaría poco; por supuesto, tal vez podrías ofrecerle un animal adulto para salvar a ese cachorro, pero no habría mucha diferencia, alguien tiene que sucumbir para que el león coma.

No puedes intervenir porque arruinarías el equilibrio perfecto de la sabana, pero a diferencia de los animales, nosotros tenemos el uso de la razón, una conciencia, un alma individual y, precisamente por esta razón, de vez en cuando el Dios bueno a través de estos seres superiores nos envía algún mensajero, para que el hombre pueda evolucionar en conciencia e intelecto, pero más allá de esto no pueden ir, así como el hombre no puede ir más allá del equilibrio que existe en el reino animal, excepto cuando toma por la fuerza algunas especies de animales para tenerlas en cautiverio, para encerrarlas en zoológicos o en jaulas de circo, con fines de lucro, como lamentablemente el hombre suele hacer, violentando la evolución de estos animales y perpetrando una violencia sin precedentes, la reclusión de por vida en un mundo que no es el suyo.

Venir a salvarnos sería tal vez como encerrar en una jaula a esos animales, tenemos que evolucionar por nuestra cuenta o nunca entenderemos las reglas de la hermandad, de la paz, del amor, las reglas del respeto, sería algo forzado que no quedaría registrado en nuestro ADN ni en nuestro espíritu, si no lo aprendemos con nuestras propias fuerzas.
Por supuesto, no debe ser un buen espectáculo desde arriba, ver cómo nos matamos unos a otros tal vez sea como ver al cachorro devorado por el depredador para nosotros y, tal como nosotros, están impotentes para intervenir, porque tenemos el don del libre albedrío, pero este es el ciclo de la vida, la ley cósmica que gobierna todos los planetas, la ley de causa y efecto, después de todo, todavía somos animales en comparación con ellos que son seres angelicales, seres superiores evolucionados durante miles de años, algunos de ellos están aquí en la Tierra, y creo que es preciso ser un héroe para venir a este planeta a ayudar a la humanidad a evolucionar, héroes sin saberlo, o héroes conscientes de ayudar ensuciándose las manos, pero no es su culpa si no pueden intervenir como nosotros los terrícolas no podemos interferir en el ciclo de vida de los animales cautivos.
Este es nuestro planeta, es nuestro ciclo de vida, es nuestra lucha contra el mal, somos nosotros quienes debemos hacer prevalecer el bien, no podemos esperar que el hombre se convierta en bueno por obligación desde arriba, así como no podemos obligar a un depredador carnívoro a convertirse en herbívoro, es una realidad amarga, pero sabemos con certeza que al final el que dijo que no los dejaré huérfanos, volveré entre ustedes, él llegará y decretará el fin del mal en la Tierra. El que vendrá es Jesucristo y estará acompañado por esos seres angelicales, extraterrestres porque provienen de otros mundos, pero de una dimensión superior a la nuestra.
Entonces aparecerá en el cielo la señal del hijo del hombre y entonces todas las tribus de la Tierra se golpearán el pecho y verán al hijo del hombre venir sobre las nubes del cielo con gran poder y esplendor. Él enviará a sus ángeles, quienes con el sonido de la gran trompeta reunirán a sus elegidos de los cuatro vientos, de un extremo del cielo al otro, Mateo 24-30-31. Hasta entonces, seremos el documento vivo para aquellos pueblos que viven en planetas distantes llenos de paz y amor, como ejemplo de lo horrible que es vivir con los demonios de la malicia, la soberbia, la arrogancia y la codicia.

Francesca Bianchin
27 de enero del 2020