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testa 2016enespañol

LibertadPor Diego Papini
El trabajo hace libre. Esta era la frase que los nazis escribían en el ingreso de sus campos de exterminio. Como si dijeran “abandonad toda esperanza. ¡Oh! Vosotros que entráis”.

Articulo 1 de la Constitución Italiana:

Italia es una República democrática, fundada en el trabajo.

La soberanía le pertenece al pueblo que la ejerce en las formas y en los límites de la Constitución.

Hoy en día estamos convencidos de que tener un trabajo es un derecho que nos permite vivir libres. Pero ¿estamos seguros realmente de que la libertad depende del hecho de tener derecho a tener un trabajo?

¿Dónde está esta libertad? Porque yo no la veo. Desde nuestra más tierna infancia nos educan con noticias falsas, nos hacen estudiar cosas que ni siquiera son reales, ni han sido comprobadas, para luego, una vez que hemos sido instruidos y formados por el sistema, se nos deja en libertad para poder elegir cuál es el mejor patrón al cual prestarle servicio, donándole gran parte de nuestro tiempo, por lo tanto de nuestra vida, a cambio de un salario que generalmente no alcanza ni siquiera para llegar a recibir el próximo y que de todos modos no nos permite vivir la vida que desearíamos.

¡La libertad no puede depender del hecho de contar con un trabajo, es exactamente lo contrario!

Es el trabajo el que depende del hecho de ser libres. Cuando uno es libre trabajar pasa a ser una decisión, no una necesidad a la que llamamos “derecho”. ¡El trabajo no es un derecho, de lo contrario es esclavitud!

Un hombre libre realmente elige trabajar para los demás, no por un salario sino por el bien de los demás y por el progreso de la colectividad. Esto significa ser libres, entonces en ese caso trabajar pasa a ser también una necesidad pero jamás una obligación.

Si uno es libre piensa en los demás y no en uno mismo. Vive por los demás. ¡Y esto lo lleva a conocer el mundo y todo el Universo, y más allá!

Para llegar a vivir así no tenemos que poseer nada, no tenemos que estar apegados a los bienes materiales, o ambiciones laborales, o personales, ni siquiera poseemos a nuestros afectos. Madres, padres, mujeres, esposos, hermanos, hijos, etc., no nos pertenecen, no son nuestros. Todos pertenecemos a una única Fuerza Omnicreante a la que nosotros llamamos Dios. Es allí donde todo comienza y es allí donde todo termina. El Alpha y el Omega. El principio y el fin de todas las cosas, la razón de todos los átomos de nuestro cuerpo y de todo lo que nos rodea.

¡Esta es la real y única libertad!

No existe otra libertad a parte de esta. Por lo tanto la libertad no puede depender del trabajo.

“¡Conocereis la verdad y la verdad os hará libres!” Dijo aquel Hombre llamado Jesús de Nazaret.

Esta es la Verdad que Jesús Cristo trajo a la Tierra hace ya dos mil años y esta será también la Verdad que pronto volverá a traer a este Planeta que a esta altura se ha convertido en un campo de concentración a cielo abierto.

¡Sería bueno tomar conciencia de esto y tratar, a pesar de nuestras debilidades, de no olvidarlo, jamás!

Nadie habla de ello pero esto es lo que muy pronto ocurrirá, precisamente aquí, en este Planeta, y todos nos veremos involucrados.

Será el fin de esta época basada en el egoísmo, en el materialismo, en la avidez, en el poder, en el hecho de acumular riquezas, en la violencia, en las discriminaciones e intolerancias recíprocas de todo tipo, en el uso y comercio de armas, en las guerras, en la energía nuclear por fisión y en el ejercicio del poder a través de la opresión de las masas y de la desinformación mediática.

Será un mundo nuevo, igual a los otros mundos que se encuentran esparcidos por el Universo, incluso en nuestro Sistema Solar.

Pronto conoceremos oficialmente a nuestros hermanos de otros mundos, quienes desde tiempos inmemoriales vienen a instruirnos y a señalarnos el Camino con divina paciencia y misericordia, a pesar de nuestros reiterados y negativos actos de rebelión.

En realidad “conoceremos” no es el término exacto, es más correcto decir “reencontraremos” porque ellos siempre han estado aquí en este Planeta. Quizás ya los hemos encontrado en alguna de nuestras vidas pasadas y no lo recordamos.

De todos modos pronto cada uno de nosotros tendremos que toparnos con esta realidad.

Todos los gobiernos del mundo y el Vaticano están al tanto de esta verdad pero no lo dicen.

Nos conviene prepararnos para este acontecimiento en el que tendrá lugar un cambio épico para nuestra humanidad. ¡No será el fin!

La humanidad pasará de ser una civilización planetaria a una civilización cósmica.

Será una nueva era para este Planeta.

Seremos libres, será una época de renovación y de grandes progresos tecnológicos que nos darán los hermanos extraterrestres. ¡El dinero dejará de existir, desaparecerá para siempre de la faz de la Tierra! Dejará de existir la propiedad privada. Todos tendremos los mismos derechos y las mismas oportunidades y, sobre todo, el mismo grado de bienestar. Ya no habrá ni ricos ni pobres. Dejarán de existir los ejércitos, los políticos, las instituciones religiosas. Dejarán de existir las religiones pero toda la humanidad tendrá el conocimiento de la Ciencia Espiritual y de la Nueva Teología, de la misma forma que ocurre en los demás Planetas. Los “creo” dejarán de existir y serán reemplazados por los “se”. Ya nadie morirá de hambre en este Planeta, ni mucho menos a causa de las enfermedades porque también llegará una época de grandes progresos en el ámbito médico. ¡Las enfermedades incurables no existirán!

Ya no nos veremos obligados a trabajar durante gran parte de nuestra jornada por algunas migajas, o algo más. Ni siquiera existirán las armas, las guerras, mucho menos la criminalidad. Dejarán de existir los Estados pero seremos una sola humanidad que vive en paz y hermandad y seremos visitados por hermanos que vienen desde los mundos más variados. Nosotros también viajaremos por el Espacio. Los medios de transporte espaciales están a disposición de todas esas humanidades que han alcanzado este grado de evolución. No tienen propietarios. En el Universo todo es de todos. Solo aquí, en la Tierra, nos creemos propietarios de algo.

A causa de nuestro comportamiento este cambio de era no será para nada agradable, como habría podido ser si hubiéramos escuchado a todas esas personas que han venido a este planeta a enseñarnos la forma en la que tenemos que vivir y que nosotros, los terrestres, siempre hemos asesinado bárbaramente.

Entre ellas se encuentran  Ghandi, Martin Luther King, Malcom X, John Lennon, Che Guevara, Falcone y Borsellino y muchas otras víctimas de las diferentes mafias del mundo, entre las cuales la Iglesia Católica Apostólica Romana, solo por citar algunos de las más recientes.

En el pasado muchos otros sacrificaron su vida para divulgar estas Verdades que el poder ha hecho de todo para callar, como por ejemplo Giordano Bruno o Juana de Arco.

La Verdad allá se puede ocultar en forma temporal pero no se puede hacer desaparecer. Pronto todo será revelado y entonces quedará claro para todos. ¡Nadie podrá volverse a esconder!

Nos conviene prepararnos antes para estos acontecimientos, para que no nos tome desprevenidos como pretenden los poderosos que sea. ¡Para ellos no serán buenos momentos!

¡Los más grandes de la Tierra pasarán a ser los más pequeños frente a Cristo!

Porque Cristo no es ese personaje incomprensible y pasivo que siempre nos han contado. Cristo es misericordioso pero aplica la Justicia y será Él quien dictará nuestra sentencia, nos guste o no.

¡Al Juicio ya lo estamos viviendo, seremos nosotros mismos quienes nos juzgaremos, Él simplemente dictará la sentencia y nosotros no seremos nadie para poder oponernos!

El tiempo apremia. Si pensamos en un futuro diferente a este nos estamos equivocando muy gravemente. ¡No habrá un futuro!

Para todos los justos y los puros de corazón será la liberación y a ellos no le será tocado ni un solo cabello, para todos los demás habrá llanto y rechinar de dientes.

(Mateo 10, 32) “Por tanto, todo el que me confiese delante de los hombres, yo también le confesaré delante de mi Padre que está en los cielos. Pero cualquiera que me niegue delante de los hombres, yo también lo negaré delante de mi Padre que está en los cielos. No penséis que vine a traer paz a la tierra; no vine a traer paz, sino espada. Porque vine a poner al hombre contra su padre, a la hija contra su madre, y a la nuera contra su suegra; y los enemigos del hombre serán los de su misma casa. El que ama al padre o a la madre más que a mí, no es digno de mí; y el que ama al hijo o a la hija más que a mí, no es digno de mí. Y el que no toma su cruz y sigue en pos de mí, no es digno de mí. El que ha hallado su vida, la perderá; y el que ha perdido su vida por mi causa, la hallará.El que os recibe a vosotros, a mí me recibe; y el que me recibe a mí, recibe al que me envió. El que recibe a un profeta como profeta, recibirá recompensa de profeta; y el que recibe a un justo como justo, recibirá recompensa de justo. Y cualquiera que como discípulo dé de beber aunque sólo sea un vaso de agua fría a uno de estos pequeños, en verdad os digo que no perderá su recompensa”.

Diego Papini

16 de Marzo de 2017

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