Esta página web utiliza cookies de carácter técnico propios y de terceros, para mejorar la navegación de los usuarios y para recoger información sobre el uso de la misma. Para conocer los detalles o para desactivar las cookies, puedes consultar nuestra cookie policy. Cerrando este banner, deslizando esta página o haciendo clic sobre cualquier link de la página, estarás aceptando el uso de las cookies.

Francesca Panfili200DEL CIELO A LA TIERRA

HE ESCRITO EL 14 DE ENERO DE 2017:

LA VERDAD, QUÉ PALABRA MAGNÍFICA PARA QUIENES SABEN COMPRENDERLA.
GRACIAS FRANCESCA, HERMANA AMADA EN CRISTO.
Y TODOS VOSOTROS.
LEED, MEDITAD Y DEDUCID.
EN FE
G. B.

CRISTO ES EL ESPÍRITU SANTO
Por Francesca Panfili

Una vez más el Verbo se ha manifestado haciéndose palabra que cura y sana a los espíritus sedientos de Conocimiento y devotos del Unigénito.

La comprensión espiritual, fruto de un laborioso proceso de contemplación que prevé la deducción, meditación y determinación, sedimentan en nuestra conciencia y nos permiten aprender mayormente esa naturaleza divina que amamos y que a cada instante querríamos conocer aún más.

Ahora me encuentro transcribiendo estos conceptos de un elevado valor teológico-espiritual que solo hoy el Cielo nos ha podido revelar porque ha sentido que nuestros espíritus están listos para el peso de la potencia de una revelación tan grande. Para no dejar que la fuerza de la Verba Tonante que retumba en mi corazón y que me provoca tanta emoción, se me esfume del corazón y de la mente, me dispongo para transmitir en parte lo que Giorgio nos transmitió, esperando no haber malentendido, ni dejar de lado, ni omitirlo. Si lo llegara a hacer pido disculpas y me rectifico.

La naturaleza de Cristo y del Espíritu Santo  

Cristo es el Espíritu Santo, es Poimandres, Aquel que impregna todo y que genera todo a pesar de no ser generado. El Creador de todo, aquel que escucha en silencio cada una de nuestras conversaciones íntimas, el manifestado y el no manifestado, cada expresión creativa, el universo mismo.

Bienaventurados aquellos que han compartido Su Mesa, comido el Pan de la Vida, bebido del Cáliz del Conocimiento, besado Sus pies. Bienaventurados sus hermanos y amigos. Bienaventurados los hijos de esta estirpe.

Alegrémonos hermanos de mi espíritu porque pronto volveremos a ver y a encontrar a nuestro Amado.

A diferencia de Hermes y de los maestros antiguos, Él nos ha permitido verlo y conocerlo. El Espíritu Santo se nos ha mostrado a nosotros, humildes y a menudo incoherentes criaturas, con Cristo.

¿Nos daremos cuenta alguna vez de quién era y es Cristo? ¿Podremos alguna vez contener en nosotros toda Su revelación, y comprender completamente Su naturaleza?

A esto se refería el Maestro cuando les dijo a los apóstoles: “Bienaventurados los ojos que ven lo que vosotros veis, porque os digo que muchos profetas y reyes desearon ver lo que vosotros veis, y no lo vieron; y oír lo que oís, y no lo oyeron”. El pastor de hombres, Poimandres, es Cristo, el buen pastor de almas. Una cosa es formar parte del Espíritu Santo, otra es ser el Espíritu Santo. Cristo es el único ser del universo que es una sola cosa con el Espíritu Santo.

Ver el Sol es como ver la manifestación del Espíritu Santo pero no es el Espíritu Santo. El Espíritu Santo es Cristo, el Creador de la Ley, por encima de la misma Ley. Se trata de una manifestación única perteneciente a la economía creativa. Para comprender una rareza manifestativa de este tipo presente en el universo podríamos comparar la consustancialidad de Cristo con el Espíritu Santo como la perla más grande y rara de todos los océanos del planeta.

El Creador hoy se ha revelado y poder conocer Su revelación y naturaleza es el acto más maravilloso que exista para nosotras las criaturas.

Cristo está por encima de todo lo que es. Por encima de los hermanos del cielo, del Padre y de cada criatura, y contiene todo.

A esto se refería Cristo cuando dijo: “Yo y mi Padre somos uno”. Cristo y Adonay son lo mismo.

Cristo es todo, el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo.

Antes de esta revelación conocíamos a Cristo como el Hijo de Dios. Hoy conocemos a Cristo como el Todo. El Trascendente y el Inmanente, el increado creador, la causa primordial, el motor inmóvil, la conciencia Omnicreante, omnisciente y omnipresente.

Siempre me he preguntado cómo poder llegar a comprender la naturaleza del Espíritu Ommicreante, cómo poder concebir mejor a Poimandres y la respuesta que hoy Dios me ha dado es Cristo.

Cuando hablamos del Unigénito estamos hablando del Hijo de Dios, es decir, de Jesús de Nazarét. Hoy sabemos que Cristo es todo: el Padre, el Hijo y el Unigénito.

Hasta el día de hoy solo sabíamos que era el Hijo de Dios. Él aún no podía decir que era Dios, el Espíritu Santo. Hoy lo está diciendo.

Adorémoslo, escuchémoslo, contemplémoslo, cantémosle, estudiémoslo, abracemos Su filosofía, Su causa, la Verdad y el Conocimiento que nos ha dado, firmes, con las manos en el arado.

Como decía Giordano Bruno “Todo en Todo y Todo en cualquier parte”. Este es Cristo.

Hoy el Espíritu Santo, por boca de un devoto Profeta que despierta del sueño a nuestros espíritus niños, nos habló, diciéndonos:

“Quería recordaros que lo más importante para todos nosotros hoy es tomar conciencia de nuestra identidad. Ha sido dicho: ‘Vosotros sois dioses y haréis cosas más grandes que yo’, porque lo más grande que da una alegría infinita a Cristo, al Espíritu Santo, es que nosotros tomemos conciencia de nuestra eternidad. Cuando tomemos conciencia de nuestra eternidad Él pasará a ser nuestro hijo, nuestro hermano, nuestro amigo, nuestro par y por lo tanto amaremos como Él lo hace. Este es el secreto.

Nuestra meta tiene que ser el Conocimiento, el Saber. El Saber yace en la Filosofía. Todo nace de allí. Dios no ha creado con un cincel y un martillo o con robots. Dios ha creado con el pensamiento y el pensamiento es la Filosofía y la Filosofía es la Gnosis. El Conocimiento nos hará similares a Poimandres y entonces podremos decir YO SOY”.

Este es el regalo de Navidad más grande que el Cielo nos ha hecho.

Gracias a Cristo, siempre. Jamás llegaremos a ser dignos de todo este amor, sin embargo Él sigue amándonos, sigue cuidándonos, sigue escuchándonos, sigue interactuando silenciosamente con nosotros, sigue enseñándonos, pero, sobre todo, sigue siendo nuestro Padre, Amigo, Hermano, Confidente, Enamorado.

Señor, no veo la hora de volver encontrarte. Ven a verme. Bendíceme con Tu amor. Sin Ti todo es nada.

Tú eres la razón de nuestras vidas. Tú eres la Luz del mundo. Más allá de Tus ojos no hay nada. En Ti están todos los infinitos. En Ti existe cada forma de vida, cada célula individual nuestra. Cada respiración de los planetas. Cada color de la Creación.

Poimandres se ha hecho carne y ha venido en medio de nosotros. Podremos honrar este regalo solo con la vida.

Camina siempre en medio de nosotros, Señor. Haz que seamos dignos de comer en Tu mesa.

Nosotros existimos solo en Ti.

Te ruego que no me dejes caer en el sopor del espíritu. Te ruego que me hagas tener siempre en mi corazón y en mi mente las palabras que hoy he escuchado. Deseo que Tú seas la causa primordial y última de cada uno de mis gestos. Deseo glorificarte a cada instante de mi vida. Deseo conocerte en cada aspecto de Tu Creación. Explorar cada ámbito de Tu amor. Servirte con cada parte de mi ser para tener el valor de atravesar de nuevo Tu mirada profunda como el infinito, como todo el amor del Cosmos, como toda la Creación y el Conocimiento.

Gracias Cristo por haberte manifestado ante nosotros. Gracias por habernos entregado Tu Ley y por explicárnosla a través del Espíritu de Verdad que plasma nuestros corazones con Tu amor.

Cuanto nos hablas se enciende en mi pecho la Llama de la Gnosis, Tu Filosofía hace que hiervan las venas de mi cuerpo. Es como un calor que incendia. Un éxtasis incontenible. Un momento infinito. Un acto de amor que se renueva. Es el renacimiento y el despertar de cada una de mis partes adormecidas.

Te amo inmensamente.
Tú eres Todo, el Todo es Cristo.
Gracias, gracias, gracias.
Adonay Adonay Adonay

Francesca Panfili

14 de Enero de 2017