Por Cristina Collino

(1ra. Charla)

Paraná, hermosa ciudad a orillas de un imponente rio de aguas color león, y que, al igual que éste,  pueden ponerse bravas y ser incontenibles o deslizarse de manera sutil y agradable. Ciudad con mucha  gente linda que defiende sus variados cursos de agua, su flora, su fauna, su estilo de vida. Ciudad  que hace unos años  me recibió dentro de los suyos y hoy ya formo parte de su paisaje.

Y asi, los integrantes de este pequeño grupo de trabajo que es el arca Paraná en conjunto con nuestros hermanos de la otra orilla, el arca de Santa Fe, tuvimos el honor de organizar el lanzamiento de los  Seminarios de Ciencia y Espiritualidad, lo que cuentan como primer y principal disertante a Juan Alberto Rambaldo.

La temática inicial “El origen de un Cosmos” fue lo suficiente tentadora como para que una buena cantidad de personas nos acompañara el viernes 12 en Paraná y el sábado 13 en Santa Fe. Y así se fueron desgranando conceptos desde una perspectiva diferente de la habitual que fueron bien recibidas por los presentes.

Juan Alberto explica que la razón de ser de estos seminarios es desmitificar la contradicción existente, que es la contraposición entre la ciencia y la espiritualidad. La observación de la realidad y su análisis se hace a través del método dialéctico que dice que el todo,  ya sea real o conductual, es la unión de los contrarios que se excluyen mutuamente y de su relación recíproca, existiendo un polo principal de la contradicción y un polo secundario que van variando sus lugares según el tiempo y el momento.

Si hacemos una acción se desencadena una reacción, y entre ambos tenemos el todo conceptual que es la fuerza.

Si hablamos de materia su contraposición no es espíritu sino es antimateria, si hablamos de ciencia debemos saber que ésta es realmente un método  de observación, con análisis  y formulación de hipótesis, pero que nunca se va a oponer a la espiritualidad ya que la espiritualidad ES, mientras que la ciencia NO ES, sino  que necesita algo que se analice.

A partir de acá ya vemos que no podemos comparar ciencia y espiritualidad ya que son dos cosas distintas, como tampoco podemos comparar materia y espíritu.

Y si hablamos de aspectos físicos, debemos acordar que también hay aspectos que no son  físicos; Aristóteles hablaba de la metafísica, es decir aquello que está más allá de la física, en un claro mecanismo de  análisis dialéctico.

Siguiendo por el mismo análisis, si hay un finito - nacimiento, desarrollo, muerte - tiene  que haber un infinito, pero los dos deben coexistir; pero ¿cómo coexisten el finito y el infinito? Desde el marco bipolar clásico el finito es el polo principal de la contradicción porque es el que determina la circunstancia, desde el polo de análisis de la cosmovisión el infinito es el polo principal ya que el finito coexiste dentro del infinito.

El conocimiento científico se maneja dentro de la dualidad de la forma y la ciencia no puede funcionar con el concepto de infinito, por una cuestión de límite conceptual.

Todo esto visto en un plano lineal, en una dimensión, pero los niveles son volumétricos. No existe solo este plano dimensional en el que vivimos: si existe un plano debe haber uno inferior y otro superior. Y plano dimensional significa esencia de vida, que puede tener forma o no forma, pero que siempre responde a un principio elemental y universal de la evolución. Y este es el punto: todo evoluciona, todo se desarrolla, todo crece hacia planos superiores. Y para analizar esto debemos partir de un punto. Vamos a partir del punto en el que estamos, en este plano dimensional en el universo en que estamos. ¿Cómo se formó este universo?.

Y así se fueron hilvanando conceptos de cosmogonía y filosofía cósmica.

Cometas, agujeros negros, nubes de hidrógeno, fueron tomando vida y movimiento configurando una exposición que los presentes fueron acompañando con preguntas, instalando las bases para temas de  próximos seminarios y dejando  planteada la hipótesis de que la creación del hombre tuvo como propósito la de acompañar, facilitar e impulsar el desarrollo del alma del planeta tierra y que el hombre es una enzima dentro del cuerpo macrocósmico de este mundo para favorecer su tránsito hasta un estado superior, calificación que se ajusta dentro de la armonía del Cosmos.

Al final, en Santa Fe, nos envolvió a todos los presentes una enorme carga de energía amorosa que nos recorría como corriente eléctrica, sensibilizándonos y acercándonos. Sólo me cabe recordar que Él dijo que “cuando tres o más de vosotros habléis de mí, allí estaré presente”.

Nos despedimos esperando próximos encuentros para avanzar en conocimientos que nos acercan cada vez más a la Esencia Divina.

Con todo nuestro amor

Cristina Collino

Arca Paraná – 24 agosto 2016