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Por Marco Marsili y Francesca Panfili
“DAL CIELO ALLA TERRA” Gubbio – CRÓNICA del 9 de Octubre de 2014
En una mañana soleada, al volver de Asís, adonde habíamos viajado por una cita de trabajo, nos encontrábamos en el coche sobre una hermosa carretera entre los campos que lleva hacia Gubbio, pasando por Torchiagina, lugar en el que periódicamente se realizan reuniones y conferencias en las que a menudo participa el gran Investigador y Documentalista Pier Giorgio Caria.
 
Hemos recorrido esa zona más de una decena de veces pero – suena extraño decirlo – precisamente en ese punto nos equivocamos de camino... después de unos cien metros, tomamos una rotonda y regresamos dándonos cuenta de cuán extraño había sido que nos equivocáramos... mientras seguíamos comentando lo ocurrido, luego de menos de un minuto, de repente a nuestra izquierda vimos en el cielo una especie de avión, grande, que atrajo mi atención. Sabiendo que a pocos kilómetros de distancia se encuentra el aeropuerto de Perugia, no le presté mucha atención, pero de todos modos le dije a Francesca que mirara el objeto, que se nos presentaba como una gran esfera blanca con otras dos esferas más pequeñas alrededor, de color gris claro... a primera vista parecía ser uno de esos viejos aviones con alas sutiles e imponentes motores de hélice. Pero cuando estoy formulando este pensamiento, me parece que el objeto realiza un viraje, porque lo vemos transformarse ante nuestros ojos... ¡y en ese momento cambia de forma y se convierte en una única cosa con lo que había creído que  eran alas!... Ahora es un único bloque rectangular color blanco resplandeciente, que se agranda gradualmente dejándonos literalmente con la boca abierta. ¡Mientras avanzamos, no me queda otra que mirar la carretera! Mientras tanto Francesca sigue con la mirada lo que ahora es un gran “cigarro blanco”... ¡de repente, en su extremo posterior aparece una especie de enorme burbuja de color rosa, semitransparente, que hace que Francesca pegue un salto en el asiento! Vuelvo a dejar de mirar la carretera y entre los techos bajos de las casas vemos que sigue cambiando de forma, convirtiéndose en un perfecto “platillo volador” que se traslada en forma ligeramente oblicua en el cielo azul. Inundados de alegría, mientras nos decimos uno al otro: “¡Son ellos! ¡Son ellos!”, poco a poco el objeto disminuye sus dimensiones hasta desaparecer completamente, pero sin alejarse, en realidad se desvanece literalmente.
 
Después de haber estacionado el coche en la banquina para recuperar el aliento, continuamos unos pocos kilómetros más sin decir ni una palabra, era tan grande nuestra felicidad que la lengua no alcanzaba la grandeza...
 
Y realmente durante ese silencioso tramo de camino nuestras mentes se abrían y se sumergían y vacilaban en escenarios maravillosos, ilimitados, celestiales, que el corazón pleno de gratitud no lograba traducir en palabras... escenarios de mundos increíbles, de gente diferente, de viajes grandiosos y de bellezas desconocidas. Pero si me salía una palabra: Nobleza. Ese era el adjetivo que mejor podía definir para mí la sensación transmitida por esa Blanca Visita. Estos Señores poseen una Nobleza que gracias a su encantador esplendor logra transmitirse incluso a través de sus medios de transporte, asombrosos navíos que, por el simple hecho de verlos, al Alma de los afortunados que, como nosotros, asisten a Sus manifestaciones se eleva a una instintiva y sincera Devoción liberadora. Y junto a la palabra “Nobleza”, vino a mi memoria otro adjetivo muy utilizado por nuestro Amado Giorgio Bongiovanni y por Eugenio Siragusa: “Aristocracia Espiritual”. Esta es la inmensa impresión que se producía en nosotros, como una certeza, y que, al final, ya brindaba horizontes de ilimitadas nostalgias.
 
Una vez que emprendimos la carretera hacia Gubbio, luego de unos minutos, Francesca decide comunicarle a Giorgio lo ocurrido. ¡Apenas le enviamos un mensaje de texto muy emotivo en el azul del cielo volvió a aparecer la Astronave Blanca! Volver a verla nos provocó una alegría inmensa... mirábamos atónitos y felices el objeto proveniente de quién sabe donde, imaginándonos a las hermosas personas que nos estaban honrando con tanta beatitud, imaginando (¡o mejor dicho pidiendo!) la posibilidad de que nos llevaran con Ellas, lejos, muy lejos de aquí, lejanos años luz de este “valle de lágrimas”.
 
¡En cambio aquí estamos! Y, honestamente ¿quién podría ser digno de una Gracia tan grande?
 
De todos modos, estas Visitas saben dar la certeza inequívoca y consoladora de Su Cercanía... ¡y esta Bendita Presencia, si miramos alrededor nuestro para darnos cuenta de como van las cosas por aquí abajo, tendría que ponernos muy contentos!
 
Bien.
Una vez llegados a casa, entre una llamada telefónica y otra para informar a los amigos sobre la Visita Celeste, comimos algo velozmente para tener el tiempo de descansar antes de regresar al trabajo.
 
Entonces antes de volver a salir nos acostamos un poco e inmediatamente entramos en un sueño bonito, muy dulce, con el sol de la siesta que entraba glorioso por la ventana abierta de par en par.
 
Durante media hora, o un poco más, en un sueño de amor dorado, estupendas y angelicales visiones acompañaron a nuestros Espíritus hacia remolinos de inestimable delicadeza y  emotivas floraciones que no podría describir. Basta con saber que en el soleado despertar ambos susurramos: “¿Sentiste a los Ángeles?”... y una recíproca sonrisa respondió a cada pregunta.
 
Estando ya nuevamente en el coche esas sensaciones de Gracia no nos abandonaban ni siquiera por un instante. Después de algunos silenciosos minutos ya nos encontrábamos cerca del Centro Yogananda para comenzar a trabajar; exactamente nos encontrábamos a la salida de la circunvalación que luego nos dejaría en el centro de la ciudad, cuando en el cielo vimos algo que llamó inmediatamente nuestra atención. Era Ella: ¡La Astronave Blanca! Después de las primeras dudas (pensando que quizás era la autosugestión la que nos estaba confundiendo), reconocimos intuitivamente el blanco esplendor de ese objeto formado por un material indescriptible... apenas pasamos el puente lo vemos recortarse nuevamente en el cielo delante nuestro: la forma de “cigarro” se distinguía mucho mejor que por la mañana y mostraba tres franjas más oscuras que, estando a una distancia regular entre ellas, recorrían verticalmente el objeto. En pocos segundos lo vimos tomar armoniosamente la forma discoidal con la que nos había saludado algunas horas antes... asumiendo una trayectoria rectilínea, aumentó un poco su velocidad y desapareció en las cercanías de la Basílica de Sant’Ubaldo (Patrono de la ciudad, cuyo cuerpo incorrupto yace delicadamente en una vitrina ubicada precisamente dentro de la Basílica), situada en la cima de la montaña que alberga la misma Basílica, perfectamente visible desde nuestra posición. ¡Pero en lugar de desaparecer parecía casi fundirse con el edificio! Esto nos impresionó mucho. Sin demoras, acompaño a Francesca al trabajo e inmediatamente después voy hasta la montaña sagrada.
 
Subiendo por la carretera de regreso a gran velocidad mi mente está serena, pero al mismo tiempo ansiosa por algo que no sabría decir... ¡pero que probablemente es fácil de imaginar!
 
Le comunico a Giorgio lo que está ocurriendo y luego de su respuesta una profunda Paz llena mi vientre y mi pecho.
 
Una vez llegado al lugar aparco el coche y me dirijo al lugar que Francesca y yo amamos llamar “Secreto”...
 
Aunque no es difícil llegar hasta allì, a pesar de ser uno de los lugares más hermosos y panorámicos de la zona, no es para nada frecuentado, protegido como por energías muy fuertes y fácilmente perceptibles...
 
Observo el cielo por unos minutos pero no veo nada.
 
Mientras recuerdo que el tiempo que tengo a disposición es realmente poco (¡tengo que regresar al trabajo!), una sensación de ligereza comienza a invadirme en forma prepotente y me siento encantado de “olvidarme del mundo”, de dejarme transportar por esa nueva e inesperada Gracia. Me entrego a las “Jesualidades Sagradas” que utilizo en el ámbito de los Tratamientos Energéticos, gestos armónicos y posiciones simples, antiguas Técnicas útiles para sintonizar el cuerpo físico con los “Flujos y Reflujos” de las Dinámicas psíquicas en relación al llamado Cuerpo Astral. Digamos que se trata de movimientos espontáneos que siguen el fluir natural de las Energías Sutiles, cuya práctica aporta una expansión de Conciencia que favorece una rápida Simbiosis con la Identidad Superior Espiritual del practicante. ¡Es realmente más fácil hacerlo que decirlo! Obviamente, el Estado de Conciencia que nace luego de dichas prácticas es algo sublime, algo que no puede explicarse.
 
Y así, dejándome llevar por la dulzura de ese momento, comencé a verme rodeado de miríadas de arremolinados y luminiscentes puntos de luz...
 
¡La sensación de ligereza era tan poderosa que no me habría sorprendido si el viento hubiera logrado levantarme!
 
Todo lo que me rodeaba asumía espléndidas fascetas y se transfiguraba con el encenderse de colores tan vivaces que parecía un sueño, un sueño en realidad en el que la Conciencia está perfectamente despierta y presente, tan presente como para intuír inmediátamente la profunda esencia de todo lo que el ojo ve y el oído siente...
 
Así, armoniosamente, un pajarito que canta en una rama del avellano me revela la perfecta belleza de su divino, natural rol... y el árbol se muestra feliz de recibir el canto, relajando su corteza ante las melodiosas notas que le dicen a la clorofila que la vida quiere vivir...
 
Así el viento demuestra como reacciona inmediatamente a las variaciones de mis pensamientos y el césped está muy contento cuando el viento lo acaricia siguiendo los movimientos de mis felices emociones...
 
Así la tierra hace oír sus incesantes respiraciones y la liebre goza al saltar sobre los latidos de esas respiraciones...
 
Así el enjambre de insectos está alegre por la impecable sincronía natural que determina su dirección...
 
Así el amor de las hojas se revela y veo como éstas se intercambian continuamente recíprocas ondas de ténues colores, contentas de reverdecer al nutrimento solar...
 
¡Así se me permite oír músicas en las que el oído nunca asistió, sonidos que conmueven el corazón al punto tal que por un instante el viento tiene que soplar más fuerte para que ese soplido logre distraer el corazón de la maravilla que podría hacelo sobresaltar!...
 
Así el encanto de los abetos que se miran unos a otros es un columpio de ramas muy lentas que acompañan el suspiro del eter, moviola inalcanzable, suspendida en lo alto sobre las matas conscientes de su riqueza en perfumes que enamoran a mariposas y abejas...
 
Y esos perfumes también son música, ecos de bayas coloridas y pétalos habitados por rocíos encantados...
 
Y esos rocíos festejan el aire que los abraza en sus cunas de telarañas...
 
Y todo esto es un único e increíble Amor que el Hombre no ve y que sin embargo está aquí, todo a nuestro alrededor.
 
Salgo del hechizo de Gracia como un niño recién nacido en un nuevo mundo, con el Sol invencible que me corona la cabeza y refleja Su Majestuosidad en mi frente joven, limpia.
 
Esto es todo lo que ocurrió, y ocurrió realmente. Tal es así que poco después tuve, muy a mi pesar, que emprender el camino de regreso, porque el mundo “que había olvidado” poco antes, ya reclamaba mi presencia.
 
¡Mientras descendía por la montaña agradeciendo por la experiencia vivida, todo me parecía diferente y renovado, todo parecía tan real, tan perfecto!
En un determinado momento recordé las amadas palabras que me dijo Giorgio hace algún tiempo: “TIENES que escribir”.
 
¡Y obviamente no por casualidad! De hecho, unos pocos días antes de que esto ocurriera, al alba, tuve una Experiencia que no escribí y que ahora quiero hacerlo porque la Astronave Blanca y la experiencia de la montaña me han ayudado a recordarla.
 
Seré breve, pero TENGO que contarla, porque no tiene que ver solo conmigo.
 
¡Me dejaron ver algo fantástico!
 
Este hecho tiene que ver con todos los que participan en la Obra del Cielo, es decir, todos aquellos que cumplen algún papel útil para la Divina Voluntad (no quiere decir que haya alguien que es “inútil” para Dios, para nada, pero con el término “útil”, en este caso, me refiero a aquellos que son funcionales a los Designios Superiores en cuanto a la Obra que llamamos “DEL CIELO A LA TIERRA”), por lo tanto son todos aquellos que se han activado para seguir un Programa “dictado por el Cielo”, en ese sentido.
 
Y bien, me dejaron ver que algunas veces, en Astral, nos llevan dentro de enormes “Plataformas Celestes” circulares, en las que nos encontramos todos juntos con una gran Alegría.
 
Estas Plataformas nos acompañan hasta el interior del Planeta, donde recibimos una instrucción, con gran precisión y amor por lo que concierne a nuestras tareas específicas.
 
Esto es lo que vi:
Una enorme, colosal, ilimitada ciudad de oro resplandeciente, compuesta por estructuras inexplicables y magníficas, que brillan por la Luz del Sol Central.
Esta es una parte de la inmensa ciudad de “El Dorado”.
 
El cielo tiene un color imposible de definir, quizás un leve tono esmeralda mezclado con celeste y rosa, como una Aurora boreal, pero más tenue e indefinida.
Antes de recibir las Enseñanzas, nos dejan estar juntos, con una gran camaradería, como para alimentarnos energéticamente, como para sacarnos de encima toda la negatividad acumulada en el mundo de superficie.
 
Esto produce en nosotros una sensación de beatitud muy agradable y todos estamos emocionados, realmente conmovidos, por la Gracia de estos momentos de alegre Consolación.
 
¡Es increíble cuán importante es esta Regeneración! Todos somos conscientes de la importancia de estas Visitas a “El Dorado”, porque todos percibimos claramente la diferencia energética con respecto a la vida cotidiana.
 
Este proceso de Purificación ya comienza en las Plataformas, como si el simple hecho de encontrarnos todos juntos ya fuera suficiente como para resetear todo a una condición psíquica digna de la Obra que hemos sido llamados a desarrollar en el mundo. Y es evidente el Sentido profundo de lo que el Amado Giorgio ha afirmado siempre: “¡TENEMOS QUE ESTAR UNIDOS!”. ¡Por lo tanto esta Unión no es simplemente ideal, sino que es una verdadera Fuerza (querría decir “que se puede medir”), indispensable para la Obra misma!
 
Esto es afin a lo que en el “Caso Amicizia” (Amistad) se llamaba como “UREDDA”, término Sánscrito que define el Afecto recíproco, o mejor dicho, el Amor efectivo que TIENE QUE circular entre todos los que participan en una Obra Común.
 
Y ¿qué es esta “UREDDA”, acaso no es la Comunión Crística Fraterna?
 
¿Acaso no es el Unísono de los Plexos Solares de quienes se inspiran en el Sol?
 
¿Acaso no es la manifestación concreta de la Sublime Conciencia Universal?
 
¿Acaso no es éste el ingrediente indispensable para “Poner la mesa” para el Esposo Fiel?
 
 
¿Acaso no es ésta la “Lámpara” que tenemos que alimentar hasta Su Glorioso Retorno?
 
Ah… ¡según mi opinión sin lugar a dudas es todo ésto! ¡Y mucho más!
 
¡Indudablemente ésta es una tangible manifestación del Camino, de la Verdad y de la Vida!
 
Ésta es mi opinión, o mejor dicho, mi intuición, que puede no tener importancia, pero es un Deber Espiritual nuestro expresar las intuiciones que nos surgen en presencia de los Señores de la Dulce Mirada!
 
Entonces, después de la inicial “Descontaminación” y “Cohesión Anímica” que ocurre en las Plataformas, se origina un “Proceso de Liberación” más intenso cuando ponemos pie en tierra: en este momento interviene el efecto purificador del Sol Central. A la Luz de este Astro encantador nuestra Conciencia se amplifica y nuestro “tejido etérico” se refina al punto de transformarse incluso físicamente. Quiero decir que mientras nosotros estamos allí, contemporáneamente somos conscientes de que nuestro cuerpo físico está sufriendo simultáneamente un verdadero rejuvenecimiento, visible, por ejemplo, por la reaparición de cabellos de color (en los casos que antes eran canosos), o bien, por la desaparición de arrugas en la cara, o cosas similares, aparentemente imperceptibles, pero de todos modos sintomáticas de una renovación celular que tiene lugar gracias a la exposición a la Luz del Sol Central.
 
Este maravilloso Proceso para nosotros es una especie de Secreto que no tenemos que revelar a nuestros conocidos en el mundo de superficie; de hecho me mostraron como en algunos casos especiales la renovación es tan repentina y evidente que provoca sospechas en los amigos y familiares. En ese caso, a pesar de saber la causa real de todo esto, conviene atribuir esos efectos a los ejercicios de gimnasia, o cosas por el estilo, sobre todo, de ser posible, a la práctica del Yoga, la cual efectivamente tiene efectos similares.
 
 
Durante la exposición al Sol Central, se atenúan (¡o hasta incluso se desactivan!) además algunos procesos kármicos derivados de acciones no conformes con las exigencias operativas.
 
Podríamos llamarlo una especie de “Perdón de los pecados menores”, para favorecer el proseguir de la Obra sin sufrir los efectos nocivos de causas kármicas que de lo contrario tendrían consecuencias capaces de obstaculizar la Obra misma.
 
¿No es magnífico?
 
Obviamente todos estamos muy felices por estas Visitas a “El Dorado”, volvemos a subir a bordo de las Plataformas Celestes y nos conducen a nuestros ‘restos mortales’, al mundo de superficie.
 
Esto es todo.
 
Esto es lo que viví y ésto es lo que escribí.
 
Espero realmente que mi relato nos pueda consolar a todos los Hermanos.
 
Y esperemos que, algún día no muy lejano, la Astronave Blanca pueda descender mientras estamos todos reunidos y pueda darnos esa Alegría que la Aristocracia Espiritual de los Nobles Señores de las Estrellas infunde en los corazones dirigidos a Dios.
 
Con Amor.
Marco Marsili y Francesca Panfili.
11 de Octubre de 2014

 

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