Esta página web utiliza cookies de carácter técnico propios y de terceros, para mejorar la navegación de los usuarios y para recoger información sobre el uso de la misma. Para conocer los detalles o para desactivar las cookies, puedes consultar nuestra cookie policy. Cerrando este banner, deslizando esta página o haciendo clic sobre cualquier link de la página, estarás aceptando el uso de las cookies.

Claudia100Di Claudia Marsili
Cuando has comprendido que el destino es el camino y que tú te encuentras siempre en el camino, no para alcanzar un destino, sino para gozar de su belleza y de la sabiduría, la vida deja de ser un deber y se vuelve simple y natural, una beatitud en si y por si”.
Acabamos de regresar después de haber viajado por horas de las dos hermosas jornadas de “Ferragosto” y me pongo a escribir mis sensaciones así como nacen de mi, para que nada se me escape. Comienzo con estas palabras de un antiguo maestro espiritual hindú, precisamente porque compartir el viaje ha formado parte del destino: un viaje rico de emociones, risas y emoción; rostros, sonrisas, miradas, palabras, juntos en camino para reunirnos con nuestro amado Giorgio Bongiovanni, quien con su desarmante sabiduría y plenitud, como cada vez, ha llenado nuestros corazones de perlas únicas, las que custodiamos celosamente en nuestra parte más íntima y que cada día intentamos transformarlas humildemente en obras de Vida, como el Maestro nos enseñó hace dos mil años y como Giorgio nos repite incansablemente.
 
Una doncella del Señor coronó nuestro viaje, una estrella luminosa entre nosotros, que derrama Vida simplemente sonriendo y que jamás se cansa de abrazar y de consolar a todos aquellos que cruzan su mirada con ella: Sonia Alea, maravillosa criatura de Dios que cuando habla logra encantar y deleitar nuestros Espíritus, con su infinita dulzura nos cubrió a todos y nos acompañó guiando nuestras reflexiones.
En el autobús compartimos una hermosa atmosfera, todos en silencio saboreábamos las iluminadoras palabras de Eugenio, la sabiduría de Flavio, la determinación y el entusiasmo de Matías, la antigua poesía que encerraban las palabras de Marco dirigidas a su esposa Francesca... ¡y luego a todos nosotros, al relatar un episodio que me marcó profundamente, porque así como él contó haberlo vivido, de la misma e identica forma lo viví yo! Hace poco tiempo, en otro viaje, con otra meta... en la terraza del Arca de Palermo, nos encontrábamos reunidos con algunos hermanos y en determinado momento descendió las escaleras, envuelta en un aura casi eterea... nuestra Sonia: sus palabras comenzaron a retumbar entre nosotros, como si alrededor nuestro no existiera nada más, como si todos hubiéramos estado esperando sedientos que ella llegara con jarras llenas de agua fresca; expresando conceptos maravillosos provocando la emoción de muchos de nosotros y que tocaron nuestras cuerdas más profundas; conceptos que repitió con fuerza en estos días durante nuestro espléndido viaje de Ferragosto.
 
“No tenemos que pretender nunca nada de nuestros hermanos, jamás tenemos que pensar mal sobre sus acciones o fallas, no tenemos que juzgarlos, tenemos que pensar con fuerza y convicción que cualquier acción que venga de un hermano estará llevada única y exclusivamente por la buena fe, por más que las consecuencias recaigan en forma negativa sobre nosotros o sobre los demás”. Ella pronunció estos y muchos otros conceptos de Amor Cósmico a través de palabras sublimes y que he resumido en forma completamente indigna, y son como la bofetada de un padre preocupado que nos encaminan nuevamente en el camino de Cristo, con la esperanza de no volvernos a alejar de él.
No creo que ese día, en esa terraza, Marco y yo hayamos sido los únicos en darnos cuenta de que la que hablaba era precisamente la Madre Santísima, a través de esta criatura besada por el sol de la nueva Galilea de los Gentiles.
Gracias Sonia por haber hecho aún más inolvidable un viaje que ya de por si estaba cargado de Vida; cada uno de los hermanos a los que abracé en estos días, cada una de las palabras que intercambiamos, cada cruce de miradas... todos fueron pequeñas piezas de un mosaico que dio vida a un diseño perfecto... precisamente como el realizado por nuestra querida hermana Loretta, en el interior de la gruta creada para recibir a la estatua de la Virgen de Fátima bendecida ayer por Giorgio.
 
Gozar de cada minuto de nuestro “camino”, ya que solo así la meta se volverá aún más dulce, el cansancio desaparecerá, y la paciencia contorneará nuestra misión... y, como siempre nos recuerda Giorgio, permanecer unidos en el camino mismo, porque este se funda en un camino de comunión fraternal.
Con todo el Amor posible.
Claudia Marsili
Gubbio
16/08/14