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manoGPor Erika Pais
“Padre enséñame a ser generoso, a servirte como tú lo mereces, a dar sin medida, a combatir sin miedo a que me hieran, a trabajar sin descanso y a no buscar otra recompensa que saber que hago tu voluntad”.
Amen

Luego de un tiempo de estar alejada de Giorgio, en este caso un año, cada vez que nos reencontramos hay algo característico y típico que marca esos reencuentros en un abrazo y es el perfume de sus guantes, como yo le digo. Es algo simbólico sutil y profundo porque es el perfume de esos guantes que tantas veces le he ayudado a colocarse, guantes que tantas veces me han palmeado la mejilla, tantas veces me han amonestado y tantas veces he fotografiado, ese perfume que abre una puerta a otro plano, otro universo, otro Mundo que intenta ser este mundo. Que intenta colarse entre las ventanas semi abiertas de nuestros corazones para poder hacerse materia y convertirse en esos verdes jardines que ansiamos transitar. Giorgio nos trae en su mensaje, en sus manos, en sus pies el ticket de entrada para comenzar a edificarlo, apenas comenzar portando en nuestros baldes de albañiles soñadores la primera palada de arena para poder colocar  los cimientos. Reencuentro en Buenos Aires y nada más mirarlo a los ojos mi corazón me traduce muchas cosas que mi mente no logra ordenar, no importa eso, no importa que mi mente no comprenda, porque no quiero escuchar mi mente solo quiero que cabalgue mi corazón y que por ósmosis todo lo que su energía emana y sus ojos proyectan penetren en mi alma y se queden allí como un escudo protector. Un Protector para que cuando él retorne a Italia y el maligno comience a rodar nuestras personas, nuestros egos y nuestros pensamientos no le permitamos anidarse en lo más profundo de nuestro ser, que no se instale dentro y que luego así como hace nuestro corazón cuando bombea la sangre al cerebro y a nuestros órganos vitales, de la misma manera el maligno como un virus se instale dentro y desde nuestros órganos bombee errores, fallas, lamentos, quejas, razones que nos desvíen y que a la postre serán la tentación y posterior caída. Razones que se disfrazan de lógicas conclusiones, o de tolerancias extremas o de inagotables desentendidos o de soluciones necesarias. No quiero eso no, y es por esa razón que cuando Giorgio está cerca intento apagar mis sentidos y dejo que su energía obre en mí. Por momentos todo es perfecto y todo tiene un sentido pero luego me desconecto e intento volverme a conectar a esa esencia suprema.

El Hotel Bauen una vez más rebosa de gente, de almas, de hermanos, de extraños, de gente que nunca más en mi vida humana la volveré a ver y ese extraño fenómeno no pasa inadvertido. Deben de ser pocas las veces, en todos estos años, que nos hemos preguntado sobre el fenómeno de las conferencias en las que vemos en Giorgio la trasmutación del Maestro y que con eso todos los que estamos cerca de él nos transformamos también, en alguna medida, en el centro de los pensamientos de esas almas que acuden a escucharlo. Almas que nos ven tocarlo, reír con él, acercarnos, hablarle, que nos ven juntos y se dirán que suerte que tenemos, que bendición que vivimos de poder estar cerca de alguien como Giorgio y que desearían estar en nuestro lugar. Quizás no todos somos realmente conscientes de la identidad que esta Obra nos ha dado y que de ella nada podemos pedir que al contrario solo le debemos porque todo lo que somos HOY es debido a ella. Todos los programas de radio, de tv, todo lo que hablamos, decimos, las charlas, las relaciones, el amor que nos tienen las personas y los hermanos todo, todo eso no es nuestro y no nos pertenece, todo es del Padre y provocado por Él, porque si el Padre quisiera todos esos recuerdos y esos sabores que nos quedan dentro podrían no haber sido a pesar de que fueron, porque el Padre es el Creador del tiempo, del espacio, de los recuerdos de todas las cosas que hoy vemos y conocemos y de las que aun no existen.

Y es precisamente de ese concepto tan sutil como perfecto de donde emana toda la conferencia que Giorgio ha dado en el Bauen y de lo que habló al otro día en la reunión con los hermanos de Buenos Aires. Creo y me animo a decir que es una de las premisas más importantes que en este viaje vino a compartir con nosotros. Como él dijera en una entrevista que le hicieran en Radio Mantra, no bien al llegar a Buenos Aires, que está aquí en Sudamérica una vez más para “compartir con mis hermanos, estar con ellos”. Parecería entonces que como un niño amoroso y un Padre preocupado al mismo tiempo, haya corrido al encuentro de sus amigos a trasmitirles lo que el Padre le ha enseñado, le ha hecho ver en sus cotidianas sangraciones de las que no se vio exento tanto en Rosario como en Montevideo. La Justicia de Dios, la Ira de Dios, su Potencia, Su Fuerza, la Inevitable Soberanía Divina caerá sobre todos nosotros inexorablemente y el Padre no es como Su Hijo que perdona hasta nuestros pecados, el tiempo de las enseñanzas del Cristo está terminando para dar paso al Tiempo del Padre. El Cristo vino por nosotros, se dejó escupir en la cara, asesinar, vino a “Hacer nuevas las cosas”, pero ahora regresa luego que Su Padre desate Su Justicia. La Madre deja Libre el Brazo de Su Hijo pero el Hijo ya pronto no intercederá tampoco por nosotros frente a Su Padre y cuando le veamos será tarde para toda la Humanidad. Pero el Padre no perdona la debilidad humana, porque con el tiempo esa debilidad humana se transformará en fortaleza demoníaca. El Padre nos quiere perfectos en nuestros sentimientos, no tanto en las Obras que desarrollamos porque éstas carecerán de la levadura si no estimulamos los sentimientos puros dentro nuestro. Las Obras son buenas frente al Cristo, pero frente al Padre esas Obras deben contener la levadura de la Justicia de la rectitud del profundo sentir. Las Obras nos estimulan a sentir, a amar, y luego ese sentimiento debe ser orientado a la Justicia, por eso nuestra Obra no puede detenerse nunca ni siquiera para tomar aliento porque todo es una dinámica Universal Perfecta y el Tiempo nos sopla en las espaldas. En estos años Giorgio primero convivió con nosotros, nos creó, nos maduró, no importa si ya sabíamos, no importa si ya habíamos sido instruidos por otros maestros, Él, Giorgio nos preparó nuevamente para Su Obra, Su misión y a la postre la nuestra, entonces como un artesano fue tallando los sentimientos de la hermandad, de la tolerancia, el amor y la sencillez de pensamientos. Luego nos dejó libres para salir al mundo a devorar lo que se nos ponga en nuestros pasos, pero a veces nos hemos devorado también a nuestros hermanos en esa vorágine y por ir detrás de algunos nuevos que renovaran las arcas nos hemos olvidado de los que precisaban de nosotros. Posteriormente Giorgio con dulzura fue moldeando nuestros pequeños olvidos y errores mostrándonos por donde caminaría el Obrar para que a través de la acción en solitario sin su presencia forjemos dentro nuestro esos sentimientos que de alguna forma el maligno aprovechando de la lejanía de nuestro Maestro nos ha ido alimentando. Y llegamos a este punto en el que sin sentimientos y con Obra o con sentimientos pero sin Obra no seremos del agrado del Padre.

Poco a poco cada arca ha ido manifestando en el correr del tiempo sus propias características y han salido a luz diferentes caracteres y valores humanos que van marcando suavemente los senderos, a medida que pasan los años en los diferentes encuentros entre todas las arcas compartir experiencias, vivencias, lágrimas y sonrisas se ha transformado en la energía necesaria para continuar un año más y de cada uno vamos aprendiendo. A veces decimos que ha cambiado la metodología, que la Obra precisa diferentes cosas pero en realidad si observamos profundamente no es eso lo que ha cambiado, lo que ha cambiado es el tiempo que se ha acortado y la Obra necesita más compromiso o mejor dicho la Obra no necesita nada somos nosotros los que necesitamos imperiosamente desarrollar dentro nuestro la capacidad de entrega y el desapego. A perder el miedo y a comprender, como si fuéramos uno con el Padr,e lo que nos espera. A veces me imagino este ejemplo, cuando nadamos en el mar en el oceáno las olas son extremadamente fuertes, las olas se podría decir que SON, son ellas mismas, son la naturaleza que interactúa con nosotros, pues hay buenos nadadores, y más malos, hay surfistas que las tratan de aprovechar y se deslizan sobre ellas, hay embarcaciones que las atraviesan, pero la ola, la naturaleza siempre en un punto nos arrastra al buen y gran nadador, al surfista lo arroja al agua, a la embarcación la empuja y no hay nada absolutamente nada que podamos hacer, nada, salvo dejarse llevar y arrastrar por ella. Pues bien la Ira de Dios es eso, es una Ola que se desata con furia y existen buenos nadadores que con la Palabra de Dios intentan atravesarla, existen surfistas y grandes embarcaciones que con sus Obras intentan deslizarse sobre ella, pero solamente el hacerte UNO con el Padre, percibir su grandeza, su esencia es lo único que te permitirá estar en Paz. Estar en paz no significa Salvar el físico sino que hasta morir por Su Ira te hará feliz, porque comprenderás todo, porque la desearás con todo tu Ser. Y lo que tengas de Ser aceptarás que no es tuyo tampoco, no existe el Padre y yo, existe solo el Padre y el Padre porque es la única manera de que yo esté experimentando todo esto. Filosóficamente podemos intentar comprender a Dios y su contenido pero la filosofía solo nos permite dibujarnos al Padre siempre desde un punto de vista material, donde se dibujan las ideas, donde se trazan ciertos parámetros porque hasta la imaginación se dibuja dentro nuestro, pero al Padre casi no hay manera de percibirlo en esta dimensión o en los parámetros que nos movemos. Por lo tanto el trascender la mente y los sentidos que nos aprisionan a través de la Obra y el sentimiento y comprendiendo su santa Ira Giorgio nos ha donado una Verdad más allá de las Verdades porque ¿cómo se hace cuando se acaba la espiritualidad?, entendiendo acabarse la espiritualidad no como ausencia de ésta sino como traspasar los límites de la misma ¿cómo se hace luego de tener la señal espiritual más grande de la Humanidad para ir más allá? ¿Cómo hacemos nosotros para vivir esta Obra más allá de los Estigmas, más allá de una Señal tan inmensa luego de haberla comprendido? Solo nos queda precisamente la señal de la Operatividad de la Materia, de morir por ella, de vivir por ella, de perdonar por ella, de aceptar por ella, de respirar por ella, de comprender por ella, de ver la Justicia por ella, de ser Ella. De ser el sol, las estrellas, el aire, la luz, el día, la noche, de ser el Cristo en la Cruz y el Cristo en el Sermón de la Montaña, de ser el hermano, el padre, la madre, el amigo, de ser el perro, el gato, la montaña, el río y para ser eso no debemos tener nada y esa nada no debe condicionar todo lo que somos. La Obra ahí está inmensa, llena, plena, solo esperando que bebamos de ella y nos transformemos en ella y que no le digamos más ella como si fuera algo fuera de nosotros aunque ella exista sin nosotros, antes y después de nosotros.

El auto parte y dentro de él se va mi amor, mi escudo, mi Maestro, hasta mi vida, es temprano en el día, el sol apenas despunta y con el último sonido del motor que mis sentidos alcanzan a escuchar una puntada de tristeza asoma a mí y recuerdo el domingo de Pascuas todos sellando el pacto, las lágrimas y el ambiente. Recuerdo a Giorgio viajando diez horas en auto a pesar de padecer un dolor insoportable solo para encontrarse con sus hermanos de Uruguay. Recuerdo los ojos de mis hermanos, sus miradas al verlo. Recuerdo esa copa de la que todos bebimos, recuerdo la promesa al Cristo y me queda impregnado en el alma el perfume de sus guantes.
Erika Pais.
6 de mayo 2014.