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paolaragnoCRONICA UN DÍA EN SANT’ELPIDIO (15 de Agosto de 2012)
Por Paola Ragno
15 de Agosto de 2012
Domingo 12 de Agosto 15:45 horas espero ansiosamente la llegada del hermano Salvatore, mirando constantemente por la ventana mientras Lucilla me pregunta si vamos donde Giorgio. Y en ese momento llega. Veo a Antonio y Salvatore que montan la sillita en el coche para la pequeña Lucilla. Velozmente tomamos un café. Un largo beso al hombre de mi vida que con ojos tristes pero contentos, nos ve partir. Entusiastas por el viaje que nos espera, hablamos de muchas cosas entre las cuales el hecho de compartir esta experiencia. El tiempo corre y llegamos a la ciudad de Stella San  Giovanni en donde nuestras miradas se dirigen hacia una placa que recuerda al ex Presidente italiano Sandro Pertini, nacido en ese lugar.
Al llegar a la casa de Licia, Stefano y Miriam nos sentimos abrazados por su cálida bienvenida así como también por parte de Flavio, el compañero de Licia, aceptándonos como miembros de su familia. Las horas pasan mientras conversamos y aportamos pensamientos opiniones y cosas por hacer para organizar el arca Miriam de Turín. Ayudándonos fraternalmente como se suele hacer en cualquier familia. Algunos estaban trabajando, otros se quedaban haciendo los quehaceres de la casa. Y mientras estaba planchando algunas prendas de Licia Lucilla me hizo notar que se estaba acercando a mis pies un escarabajo color verde brillante. Pocos minutos después de contárselo a Salvatore, él y Lucilla salieron al balcón y ella llamó su atención para mostrarle otro escarabajo color verde brillante, como el que habíamos encontrado la vez que fuimos a visitar el círculo de trigo aparecido en la ciudad de Santena da Antonio. Salvatore me llama “Paola, ven” y me muestra lo que la pequeña había encontrado. Inmediatamente pensamos en el Padre Adonay, en el Dios Ra egipcio, simbolizado por el escarabajo. Qué emoción. Pequeñas grandes señales cotidianas que iluminan nuestra alma. Es difícil no notarlos, basta con estar atentos también a las cosas más insignificantes y pequeñas. Porque Dios es un Papá Cariñoso, que jamás deja a sus hijos sin nada. De hecho, al día siguiente escucho nuevamente que Salvatore me llama para mostrarme otro escarabajo encontrado por Lucilla: el Padre Adonay nos comunicaba amorosamente su alegría por vernos reunidos y listos para encontrar a Giorgio, a través de la pequeña Lucilla.
Entonces partimos hacia San'Elpidio a Mare, para abrazar a nuestros hermanos y a Giorgio nuestra voz en el desierto, a quien seguimos con amor e interés incondicional.
A mitad del recorrido al no ver a nuestros hermanos de Savona que nos han pasado, veo tres camiones en fila detrás nuestro. Algo “simpático” es que el primer camión tenía un símbolo pintado en el capot de un sol sonriente, el segundo camión tenía el símbolo del pez cristiano pintado en el capot y el tercer camión tenía una inscripción vertical que decía: “PENITENTE” al punto tal que bromeando le pregunté a Salvatore “¿tu eres Penitente?” mostrándole los 3 camiones y sus símbolos. Salvatore sonríe, y mi corazón también, haciéndome la misma pregunta. No estábamos solos. Estábamos siendo escoltados por un rayo de amor Cristico.
Llegamos con un poco de retraso a Sant'Elpidio a Mare. Reconozco ese camino que estaba en un sueño que tuve el día antes de partir hacia Savona con Salvatore y Lucilla Francesca. Bajamos del coche curiosos, cansados pero con una alegría en el corazón.
Entramos por el portón y es allí donde se detiene el tiempo. Hemos pasado un umbral hacia otra dimensión, hecha de amor y hermandad. Somos abrazados y recibidos con amor. Incluso los niños nos abrazan entre los cuales se encuentra Sonietta. Me encuentro con Sonia Alea que me dice una frase parecida a “ésta es Paola Ragno” pero lo dice con una dulzura y como si nos conociéramos in illo témpore. Marco me abraza y siento como se repite más o menos la misma frase de Sonia, y lo mismo con Maria José. Ya siento que algo especial está por envolverme en una cándida y dulce llamada. Algo que todavía no sé. Cenamos con la amabilidad de Mara que oficia de dueña de casa y de todos que nos reciben con honores. Y Flavio me dice que yo iría a dormir a su casa, con su mujer Vanessa y su pequeña hija Rita. Hermanos y hermanas. No hay otros términos. Las horas pasan y llega el día. Nos preparamos para aquello que es el motivo de nuestro peregrinaje. Y nos encontramos nuevamente en esta armoniosa Arca rica de sentimientos y energías que a veces hacen  temblar las piernas. La humildad de este lugar paradisíaco es conmovedora. También rodeamos la encina, emblema de la aparición de la Virgen a Giorgio Bongiovanni, absorbiendo de ella sus energías y sus vibraciones cósmicas. Veo que mi hija se ambienta inmediatamente, de vez en cuando corre hacia mí y me abraza llamándome “mamita”, “te quiero mucho”. La veo despreocupada, demasiado por momentos. Yendo de arriba hacia abajo, recorriendo-navegando el Arca, la miro con el rabillo del ojo pero con el corazón tranquilo de que nunca nada de malo le podría ocurrir. Y luego del almuerzo esperamos la llegada de Giorgio entre ejercicios de meditación al punto tal que en el momento del Om Padme Hum, sentí el retumbar de una campana: nuestras voces. Seguimos esperando. Las noticias sobre Giorgio no son buenas, tiene fiebre y dolores. En mi corazón, al saber que él estaba en esas condiciones, me dije a mi misma que ya era afortunada por estar aquí y que si Giorgio estaba mal era mejor que se repusiera. En mi corazón el simple hecho de venir a este lugar ya era la meta. Y en cambio después de cenar él llegó. Tiene los ojos enrojecidos por el sufrimiento pero la mirada es dulce. Nos toma y nos abraza a todos. Mira a nuestra hermana Miriam y le dice que ya la ha visto, ella se echa a llorar conmovida. Lloran ella y su madre Licia. Me veo obligada a correr detrás de Lucilla que está cansada y actúa de alarma en el Arca con sus caprichos de niña de tres años. Sonietta como una dulce hermanita atenta, me ayuda más de una vez. No logro seguir a Giorgio. Pero la alegría es muy grande. Estamos aquí, mi hija y yo. Es una sensación maravillosa. En el momento que logro calmar a Lucilla gracias a la ayuda de todas las hermanas que me encuentran un lugar en un sillón y Lucilla se duerme, escucho a Giorgio que está tocando unas hermosas melodías que ayudan a distenderse. Mientras la pequeña entre mis brazos tiene dulces sueños. A pesar de que no veo nada miro hacia el Cielo sabiendo que nuestros hermanos y hermanas mayores probablemente estarían allí, precisamente sobre nuestras cabezas. Y me dejo transportar por esa paz. Me habría quedado allí para siempre, con mi hija en brazos, donde todos eramos uno. Luego Giorgio nos reprende. Y en lo que él dice no hay nada que replicar. Porque la hermandad es desinteresada: no hay envidia; odio; rencor o interés. La hermandad es unión. Y respetar los valores cristicos enseñados por el propio Cristo “AMA A TU PROJIMO COMO A TI MISMO”. Es que la mano derecha no sepa lo que hace la mano izquierda. Es un dulce dar sin esperar nada a cambio a toda costa o sin que los demás sientan que es un peso. Y sin pretender lo que tiene el otro. Es decir, una unión armónica de vivir serenamente creando energías positivas de amor y unión. En mi corazón y en mi alma estoy lista para este paso. Algo que desde pequeña buscaba y que durante años pensé que fuera una mera utopía. ¡Ahora es realidad si todos lo deseamos, por nosotros, por Giorgio, por Cristo!

Un abrazo en Cristo.
Paola Ragno (Arca Miriam de Turín)

15 de Septiembre de 2012

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