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18_luglio2LA MEMORIA ES SUBVERSIVA. Y QUE ASÍ SEA.
Por Anna Petrozzi - 21 de Julio de 2011

La memoria es subversiva, escribía el dictador Videla.Es por ello que molesta, es por ello que ningún periódico y ninguna televisión transmitió, comentó o ni siquiera polemizó en cuanto a los discursos “subversivos” de Salvatore Borsellino, Antonio Ingroia, Nino Di Matteo, Roberto Scarpinato, Giulietto Chiesa y Giorgio Bongiovanni en el congreso: “Quinto potere, le finalità dello stragismo tra depistaggi e verità storiche” (Quinto poder. Los objetivos de la estrategia de atentados entre acciones de despistaje y verdades históricas), que se desarrolló el lunes 18 de julio en el hall de la Facultad de Jurisprudencia de Palermo.
Se habrían visto obligados a realizar mucho más que la acostumbrada crónica, de habituales polémicas, de clásicas declaraciones. Habrían tenido que transcribir la distinción, el reordenamiento de los hechos, la ubicación histórica de los acontecimientos, la compleja reconstrucción del cuadro general sin el cual no podría llegar a comprenderse la decadencia moral, cultural y social de nuestro país.
Justamente, habrían tenido que arriesgarse a hacer memoria.
Esta fue la primera consideración de Giulietto Chiesa, invitado de honor, una voz nueva en este congreso que se repite puntualmente cada año, desde hace ya 11 años, organizado por ANTIMAFIADuemila, con la ayuda del movimiento de las “Agendas rojas” de Salvatore Borsellino.
“Si viviéramos en un país democrático todo lo que hemos escuchado esta noche tendrían que haberlo escuchado 30 millones de italianos. Uno de los problemas cruciales que tenemos ante nosotros es el de la información. Si tuviese que utilizar una frase de Antonio Gramsci diría que una gran reforma intelectual y moral de nuestro país pasa a través de un profundo saneamiento del sistema de la información que está completamente al servicio de la mafia. Obviamente con alguna que otra excepción, pero yo os invitaría a todos a reflexionar en el concepto del ruido de fondo; las excepciones están, pero son como gritos aislados que duran un segundo y que el ruido de fondo las termina tapando, ese ruido que millones de personas escuchan todos los días, oyen, sobre todo ven. Ahora nosotros tenemos un problema de fondo que afrontar, que es un problema concreto, es el de comenzar a defendernos activamente de aquellos que nos engañan”.
La dramática crisis de la información fue uno de los hilos conductores del debate. Giulietto Chiesa está trabajando desde hace años en este frente y no le resultó difícil conectar su experiencia de periodista, corresponsal y parlamentario europeo, con los puntuales análisis de los magistrados y de Bongiovanni sobre la lucha en contra de la mafia.
Nexos que bajo ningún punto de vista pasaron desapercibidos a la gran cantidad de jóvenes atentos y participativos que desde el inicio hasta el final siguieron cada palabra con increíble y extraordinario entusiasmo.
De hecho, Antonio Ingroia se vio una vez más llamado a defender su propia labor de magistrado de la propaganda y de la instrumentalización del caso de Massimo Ciancimino. Una invasión de afiches empapeló literalmente Palermo, con una apresurada y sospechosa comparación entre Vito y Massimo Ciancimino "de tal padre, tal hijo."
Algo con lo que el fiscal está en absoluto desacuerdo, ya que a lo largo de su vida entrevistó tanto a uno como a otro, cosa que en realidad tendrían que hacer los periódicos y las televisiones, y especificó que Don Vito era un mafioso de gran calibre, que vivió bajo la ley de la omertad, seguidor de las reglas de Cosa Nostra, acérrimo enemigo de Giovanni Falcone, qué acusó haber tramado un complot político en perjuicio suyo. Massimo, a pesar de haber brindado una colaboración por decir poco “controvertida”, no es un mafioso y no cumple con la ley de la omertad. Pero Massimo si ha cometido delitos y por esto la Fiscalía de Palermo le ha perseguido, incluso severamente. Todo esto la mayoría de los italianos no lo sabe y no lo sabrá porque el ruido de fondo perfectamente descripto por Giulietto Chiesa repite, repite, repite hasta el infinito que toda la colaboración de Massimo Ciancimino es falsa, incluso más allá de las verificaciones objetivas realizadas o de los demás testimonios, y por lo tanto -por deducción lógica- también todo el tema de la "negociación" es falso y se tiene que descartar.
Ésta es la intención evidente: tirarlo todo por la borda, como sintetiza perfectamente el fiscal Di Matteo. Lo lamentamos por aquellos que lo intentan, pero ni los magistrados, ni las 2.000 personas presentes físicamente en el Congreso -y a través de streaming- que han tenido el privilegio de escuchar están dispuestas a ceder ni un solo paso sobre este tema.
En aquellos años una parte del Estado negoció con la mafia, y que no crean los de siempre, que podrán usar a Massimo Ciancimino para desacreditar un trabajo de años que cuenta con documentos y adquisiciones que han pasado ya por el tamiz de tres grados de juicio.
No podrán dejarse engañar todos aquellos que asistieron a una lección de historia impartida por Roberto Scarpinato, que supo explicar y probar porqué no se puede pensar que homicidios como el de Borsellino sean de exclusiva autoría de la mafia siciliana y mucho menos un hecho terrorista único y aislado con una sencilla finalidad de venganza.
Son al menos 3 los elementos en este sentido: el sistemático desvío de información , que comenzó al día siguiente de los asesinatos de tal alcance, con la fabricación de falsos arrepentidos y la desaparición de documentos importantes; la eliminación de los ejecutores materiales potenciales testigos peligrosos; y el silencio de los sobrevivientes, que por más que hayan sido falsamente imputados, prefieren callar. La lista de los ejemplos es larga y articulada. Esos ejemplos van desde Portella della Ginestra -el primer atentado de Estado- hasta nuestros días.
Tenemos el ejemplo del “bandido Giuliano”, que se había ilusionado de poder negociar con el poder que le había encargado dicha masacre, para poder obtener una recompensa y un exilio dorado, terminó en cambio asesinado por su lugarteniente y primo, a quien también le habían hecho propuestas que quedaron rotas, ultimándolo con ese puntual café con un agregado de estricnina.
El caso de Giuliano sería un lectio magistralis que los mafiosos jamás olvidarían, como confesó al mismo Scarpinato el colaborador de justicia (mafioso arrepentido) Marino Mannoia.
Sumidos en esta clave podemos comprender, además, las razones por las cuales nunca nadie habló, a pesar de que por el atentado de Via D'Amelio fueron condenados a cadena perpetua mafiosos ajenos a esos hechos, como víctimas de una acción de desvío de información. Con el quinto poder –un poder superior o como se lo quiera llamar- no se va al choque, se busca el acuerdo. El caso más ejemplar, es el de Aglieri, que siendo acusado falsamente de un atentado ni siquiera se le ocurrió señalar a los verdaderos responsables, buscando el camino de la negociación, de la disociación.
Y tal vez sea por ello, según la hipótesis del magistrado, que el verdadero culpable, al menos según los últimos resultados de las investigaciones, - Giuseppe Graviano- con sus silencios meditados, está administrando con gran sabiduría los posibles secretos de los cuales es depositarioEl magistrado dice: “de modo tal que pueda lucrar en futuro con más ventajas posibles, sin arriesgar, mientras tanto, de terminar como todos los ejecutores materiales que no saben mantener la boca cerrada.”
Es decir que hay mucho más en juego. Es más, se trata precisamente del “gran juego” del cual hablaba Falcone, y la negociación no es más que un momento que se jugaba detrás de los atentados y que se “tragó como en un remolino maléfico la vida de Paolo y de los chicos de la escolta."
Giovanni Falcone, Paolo Borsellino, el General Dalla Chiesa, osaron desafiar a ese poder que los mafiosos que le conocen bien la cara no osan desafiar y callan. Hoy otros magistrados tienen el mismo valor de entrometerse en los planes de quienes pretenderían, que en Italia, el equilibrio de los poderes se sometiera a una dictadura bandida que elije como sus máximos exponentes a personajes que comparten con la criminalidad la falta de valores, métodos y objetivos.
No tiene miedo Antonino Di Matteo, al ilustrar, con las palabras simples de la verdad, el real objetivo de la llamada “reforma de la justicia”, que es el de convertir a los ciudadanos en inermes, súbditos, sin derechos, cada vez más esclavos de un poder empecinado en defenderse a sí mismo de una crisis inmanente que de todos modos lo arrastrará.
No tiene miedo Antonio Ingroia, consciente de estar en el camino correcto para llegar a la verdad y no tiene intenciones de detenerse.
No tiene miedo Roberto Scarpinato, que no se rendirá hasta que la memoria les quite el sueño a los asesinos y hasta que no sean arrastrados hasta el banquillo de acusados.
No tiene miedo Giorgio Bongiovanni, que ha hecho también de esta batalla una causa de vida, mudando parte de la redacción de la revista ANTIMAFIADuemila directamente a Palermo.
No tiene miedo Giulietto Chiesa, que desde lo más alto de su experiencia supo reavivar el fuego en el corazón de los más jóvenes, invitándolos a empezar a pensar en un mundo nuevo, un mundo posible, libre de las ataduras con las cuales el poder ha encadenado su futuro, como el sistema económico y el abastecimiento energético.
Ya no puede tener miedo Salvatore Borsellino, que ha perdido demasiado y que lo único que pide es poder llorar a su hermano.
Pero sobre todo han dejado de tener miedo muchos italianos que se han despertado, que quieren saber, entender, reaccionar, luchar, proteger a estos magistrados y los muchos otros, además de estos, que desde hace tiempo no tienen temor de cumplir hasta las últimas consecuencias con su propio deber.
Alguien se pregunta qué se puede hacer además de resistir y proteger, un chico que quizás ha comprendido más que algún otro y dice simplemente: hace falta estudiar.

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