Escúchame joven, tú que buscas en las revistas un modelo de vida, te comparas y te esfuerzas por parecerte a quienes ellas te muestran. Tú que buscas en el cine un ejemplo a seguir. Tú, que vas a una discoteca buscando la vida, la felicidad y el gozo, e intentas encontrar en la televisión respuestas a tu existencia, imitando su moral. Tú que ves la moda, materialista y discriminadora, como un símbolo de belleza, como un símbolo de superioridad. Tú, que anhelas el dinero como un sediento en el desierto, porque te hace sentir poderoso e intocable ante todos, y amas lo material buscando sentirte importante y especial.
¿Qué es esta especie de nostalgia? ¿Qué es esta sensación de abandono que detiene el corazón durante interminables segundos y que suspende el alma en un sollozo indescriptible? ¿Acaso es un síntoma de la Fraternidad que se ve obligada a vivir separada, mientras nos saludamos con la sonrisa en los labios? Creo que es así, creo que es éste el motivo para tan repentina inquietud, breve, claro, instantánea y quizás ya pasada, pero siempre verdadera y muy profunda, después del regocijo de las horas compartidas en sintonía, inquietud capaz de ahogar cualquier alegría en una ráfaga de abismal lejanía.