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ARMAS A CAMBIO DE MATERIAS PRIMAS, ASI PEKIN CONQUISTA AFRICA
Desde Sudán a Angola, la red de las nuevas alianzas chinas.
Hu Jintao ha inaugurado el 2009 con una visita a Senegal, Tanzania, Mali y Mauricio.
El intercambio entre el coloso asiático y el continente negro se ha decuplicado en los últimos 10 años
FEDERICO RAMPINI – De nuestro corresponsal.
PEKIN. Para defender al dictador del Sudán acusado de crímenes de guerra, China pone su peso político y económico, además de su condición especial de miembro permanente del Consejo de Seguridad de la ONU. El precio de imagen que Pekin sabe que paga –la indignación de la opinión pública occidental- no cuenta mucho si se compara con los dividendos de esta operación.
Intereses económicos, influencia política, expansionismo militar: toda la estrategia neo-imperial de la República Popular se ve en la tragedia de Sudán. China compra las dos terceras partes del petróleo sudanés, a cambio proporciona generosas remesas de armas al régimen de Omar al-Bashir. Desde el Sudán oriental parte un oleoducto de 1.500 km. que llega hasta el Mar Rojo, donde una procesión constante de superpetroleros chinos va y viene de los puertos de Hong Kong y Shanghai, de las petroquímicas y de las fábricas de Guangdong. Ninguna campaña humanitaria –ni siquiera la amenaza de boicot de las Olimpíadas del año pasado –ha declinado su relación preferencial con un valioso proveedor de energía.
La jugada sudanesa representa intereses ramificados para el liderazgo de Pekin. En el frente diplomático los dirigentes comunistas chinos saben que su posición -poco agradable para el Occidente-  es popular entre los regímenes reaccionarios del Tercer mundo: un nutrido grupo social dispuesto a intercambiar el favor. Pekin hace de acordonamiento contra el derecho de la ingerencia humanitaria en nombre de la «no interferencia en asuntos internos» de los Estados soberanos. Sin embargo China mobiliza un amplio frente de solidaridad entre los países emergentes cada vez que sus abusos contra los derechos humanos terminan bajo acusación, por ejemplo sobre el Tibet. Cuando el mes pasado el Consejo para los derechos humanos de la ONU examinó el dossier de Pekin, las tímidas críticas occidentales fueron sumerjidas por un coro filo-chino de aliados africanos, asiáticos y latinoamericanos.
La recesión no distrae a los dirigentes chinos de sus objetivos estratégicos a largo plazo: el acceso a todas las zonas del planeta ricas de energía, materias primas y cosechas agrícolas; la conquista de nuevos mercados; el potenciamiento de un dispositivo militar capaz de proyectarse en un largo radio en todas las zonas vitales para los intereses de China. Las reservas petrolíferas de Sudán junto a todo el Cuerno de Africa están en la mira de la expansión china. Es evidente el rol de la marina china en las operaciones anti-piratería a lo largo de Somalia: donde obra el contingente naval del almirante  Du Jingchen, que desde el Golfo de Aden preside las rutas cruciales entre el Océano Indico y el Mediterráneo, al acecho de una zona históricamente importante para América y Europa.
Sudán es una pieza en el vasto mosaico que es la “chinización” de Africa. A medida que la influencia occidental se ha debilitado en el continente negro, Pekín ha captado cada oportunidad para sustituirla en todos los campos: comercio exterior, inversiones para la construcción de infraestructuras, ayudas financieras, suministros militares. El intercambio entre el coloso asiático y sus partners africanos ha aumentado en un 1.000% en diez años. Puntas de lanza de la penetración en Africa son los potentes conglomerados de Estado ligados a doble filo al Ejército Popular de Liberación, como Norinco y Poly Group. La conquista de la economía africana es celebrada en nombre de la ayuda al desarrollo, de la amistad entre los pueblos: China se presenta como un modelo de modernización autoritaria que seduce a las dictaduras del Tercer mundo. Desde hace años es tradición que el presidente chino después del Fin de año lunar vaya en gira diplomática africana.
No es la excepción el Año del Buey: Hu Jintao ha inaugurado el 2009 con una visita a Arabia Saudita seguida de otras cuatro etapas africanas, Senegal, Malí, Tanzania y Mauricio. Simultáneamente el ministro de Asuntos Exteriores Yan Jiechi visitaba Uganda, Ruanda, Sudáfrica y Malawi. En Tanzania el último negocio de los chinos ha sido la adquisición del 50% de la compañía aérea del Estado. El vehículo financiero usado por Pekin para esta inversión es un protagonista importante del expansionismo chino: Sonangol International, una “joint-venture” entre la República Popular y Angola, otro proveedor de petróleo. En la República democrática del Congo el gobierno chino ha lanzado un “plan Marshall” de 9 mil millones de dólares: el país controla el 10% de todo el cobre mundial y una tercera parte de los recursos planetarios de cobalto.
La República, 6 de marzo 2009